¿Cuántas veces hemos tomado decisiones equivocadas y hemos acabado en situaciones fuera de control y desastrosas? Para ser sincero, este cordero atrapado en la turbulencia y las corrientes me recuerda demasiado a una época de mi vida en la que, tontamente, creía que realmente sabía de qué se trataba la vida.
Las actitudes que había adoptado me llevaron a tomar decisiones que me colocaron en una situación imposible y parecía que no había salida.
La verdad es que hizo falta algo desastroso para que me diera cuenta de que hay muy pocas cosas en la vida que pueda controlar por completo, excepto mi libre albedrío. La importancia personal me hizo verme invencible, y esa distorsión me hizo completamente egoísta. Como ese cordero, necesitaba a alguien que fuera más grande que mis circunstancias y que pudiera salvarme y guiarme hacia un lugar seguro. Por eso, este conjunto de imágenes tiene un gran significado para mí.
Estos dos muchachos noruegos vieron a este cordero angustiado y moribundo e hicieron lo que este no podía hacer por sí mismo. Tomaron un cordero y lo rescataron, devolviéndolo a tierra firme. Cuando Jesús fue criticado por comer y pasar tiempo con pecadores, les contó una historia sobre una oveja perdida. Compartió cómo el pastor hacía que las noventa y nueve fueran a buscar a la que estaba perdida y “cuando la encontraba, la ponía sobre sus hombros, gozoso.
Y cuando llega a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “¡Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida!” Os digo que, así, habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión.
Yo era esa oveja más pequeña y nunca olvidaré el día en que la mano amorosa de Dios se extendió a mi vida para protegerme y salvarme de mi propia opresión y orgullo. Aún estoy agradecido por saber que hay un Pastor que puede guiarme junto a aguas tranquilas y que me guiará a pastos tranquilos. Y si es necesario, sé que Él me guiará por el valle de sombra de muerte y no temeré nada porque Su vara y Su cayado me confortarán. (Salmo 23)