Todos los días, muchas mascotas son dejadas por personas que ya no pueden o no quieren cuidarlas. Algunos simplemente se quedan a un lado del camino, abandonados a su suerte sin duda, mientras que otros son dejados por dueños cariñosos que esperan sinceramente que eventualmente encuentren a alguien que pueda darles el amor que se merecen, escribe información positiva.
En este último caso, un cachorro fue dejado en un banco de México con una nota desgarradora.
Después de recibir un mensaje sobre el cachorro dejado en la calle, Marcela Goldberg y Azul Galindo corrieron hacia el perro abandonado. A Goldberg no le sorprendió que tantos perros hubieran sido abandonados en su ciudad desde que comenzó la pandemia.
“Ya estaban reunidos varios vecinos que le habían llevado agua y comida porque lo dejaron amarrado a la banca sin nada”, relató Goldberg. “Pero no pudieron acercarse porque el cachorro estaba aterrorizado, gruñía y cortaba”.
Junto al perro había una nota clavada debajo de una piedra que explicaba sus circunstancias:
“Hola, por favor adoptame: Max. Por favor, les pido que adopten a este lindo perro y lo cuiden bien. Me duele mucho dejar a mi perro aquí pero tomé la decisión de dejarlo porque mi familia lo maltrataba y siempre me dolía verlo en esa condición. Si estás leyendo esto y tu corazón vacila, por favor, adóptalo y cuídalo bien. Si no, por favor deje esta nota en su lugar. De esa manera otros pueden leerlo y adoptarlo. Gracias.”
El perro se asustó cuando Goldberg se le acercó. No se relajó ni siquiera cuando ella le dio algo de comer.
“Usé guantes protectores para poder acercarme con más confianza, pero aun así fue difícil”, dijo Goldberg. “Contactamos con un adiestrador con experiencia en perros agresivos que vigilaba la situación por videollamada y me daba instrucciones hasta que conseguimos pasarle el lazo por la cabeza y cortar la otra cadena”.
Cuando Goldberg le quitó las cadenas, el perro dejó de gruñir a sus rescatadores.
El perro de 7 meses pasó a llamarse Boston. Ahora, es un perro totalmente diferente. Boston está aprendiendo a confiar de nuevo en la gente.
“Es dulce, muy cariñoso, le encanta dar besos y jugar con la pelota que le dio el veterinario”, dijo Goldberg.